El Arcángel de Tuxpan
Cristóbal de Villalpando: Cuadro de Ánimas
Consoladme al menos vosotros que sois mis amigos
Esta es la leyenda que se encuentra al pie de la colosal pintura llamada Cuadro de Ánimas, firmada en 1708 por Don Cristóbal de Villalpando, ubicada en la iglesia franciscana de Santiago Tuxpan. En este lienzo se representa el Purgatorio dividido en tres secciones y muestra a los personajes que tradicionalmente abogan por las ánimas de los pecadores: Santa Teresa, San Francisco de Asís, San Agustín, la Virgen del Carmen etcétera.
Pero en definitiva la figura que sobresale, y por la que popularmente es reconocida la pintura, es el Arcángel San Miguel, cuya fuerza y belleza le otorgan un carácter propio y singular. Gracias a la inscripción hallada en la parte inferior de la obra se conoce que fue un encargo de Don Pedro Alonso Dávalos-Bracamonte y Doña Francisca Orozco, segundos condes de Miravalle, dueños no solo de grandes haciendas en la zona: Púcuaro, Angangueo, Jungapeo, etcétera, sino también en el norte del país y en lo que actualmente es la Ciudad de México, pues todas las tierras de lo que hoy constituye la zona de “La Condesa” y Tacubaya les pertenecieron.
Ese mismo río que ha servido por siglos como arteria principal, fuente de riqueza y bonanza, hoy les ha jugado una mala pasada. En sus márgenes, según el imaginario popular, se encontraban múltiples tesoros que fueron enterrados por las principales familias del lugar cuando el pueblo fue tomado por el ejército del Emperador Maximiliano, y recuperado por las fuerzas del general Pueblita, quien colocó su artillería en el “Puente Viejo” y desde el río obligó a los invasores a retirarse.
A mediados del siglo XX eran recurrentes las expediciones de aficionados que con detectores de metales buscaban insistentemente aquellos vestigios, a la vera del río, con la esperanza de hacerse millonarios. Ilusiones vanas que solo dieron como resultado la constatación de que el lugar tenía gran cantidad de restos arqueológicos; lo que demostraba que su ocupación prehispánica fue de gran trascendencia como zona de transición entre dos grandes culturas enfrentadas: Mexica y Purépecha, por ganar la hegemonía del territorio.
El río y las condiciones climáticas adecuadas propiciaron que Tuxpan se convirtiera en una de las zonas de mayor producción de flores en el país, de ahí que se ganara el título de Tuxpan de las Flores.
Hace ya unos cuantos años aquellos que no tenían donde vivir buscaron el amparo del único lugar que consideraron incuestionablemente propio por derecho de conciencia, el lecho del río.
Primero la composta y la lámina de asbesto fueron sus materiales; con el paso del tiempo el ladrillo y el concreto ganaron protagonismo, creando la ilusión de permanencia en la “Tierra Prometida”.
Nunca una mano bienhechora se alzó para advertir de la amenaza que conllevaba el asentamiento en tan inusual lugar; nunca una voz acreditada dio la alarma de peligro.
Tardó el río en hacer sentir su fuerza; tardó… pero cuando la mostró fue devastadora, terrorífica, total. Con un mensaje claro y contundente hizo patente su superioridad.
MISERERE MEI VOS AMICI MEMI
Consoladme al menos vosotros que sois mis amigos
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