El Coliseo de México
En
tiempos de la Nueva España, el teatro ya gozaba de gran aceptación,
existían dos “casas de comedias” y tres compañías de teatro que se
presentaban en corrales o teatros públicos con un repertorio de
dramaturgia española, sainetes, entremeses, tonadillas y zarzuelas.
En
1673 se inauguró el Coliseo de México, considerado formalmente como el
primer recinto teatral de la Nueva España, administrado por los frailes
de San Hipólito; se trataba de un corral rectangular construido en
madera y techado con dos pisos de palcos llamados en aquel entonces
“aposentos” o “cuartos”, según lo documenta la historiadora Maya Ramos,
los palcos tenían celosías a la usanza española para que los
espectadores ricos e importantes pudieran ver sin ser vistos. Había
diferentes vías de acceso para que las distintas clases sociales no se
mezclaran.
Los espectáculos presentados en el Coliseo de
México, además de entretener, apoyaban en la difusión de los valores que
interesaban a los virreinales, las ganancias eran usadas a beneficio
del hospital Real de Naturales en cuyo claustro estaba ubicado.
Una madrugada del año 1722 el Coliseo de México sufrió un incendio, en macabra coincidencia después de representarse Ruina e incendio en Jerusalem y en vísperas del estreno de Aquí fue Troya. Fue
reconstruido y estrenado en la misma ubicación aunque no tardó mucho en
ser una molestia latente para los religiosos y enfermos del hospital.
Se construyó otro Coliseo en las actuales calles de Bolívar y 16 de
septiembre, los virreyes llegaban al recinto procedentes del palacio
virreinal a bordo de una lujosa canoa que los conducía por la acequia.
Además de teatro y
maromas (que incluían volatineros, bailarines, equilibristas y mimos)
también llegaron a celebrare algunos espectáculos atípicos como corridas
de toros, persecuciones de liebres por galgos y tapadas de
gallos que de inmediato fueron prohibidas por el virrey Bucareli ya que
no se apegan a los estrictos reglamentos del Coliseo en donde el decoro y
la “corrección de vicios” eran lo más importante.
La vida de los
comediantes de la época era difícil. Además de los malos pagos,
dependían directamente del virrey que tenía toda clase de derechos sobre
ellos, su vida privada era severamente vigilada y por parte de la
iglesia tenían asegurada la condena eterna, se les negaban los
sacramentos y el derecho de ser enterrados. Eusebio Vela, dramaturgo de
la escuela de Calderón de la Barca distinguido hombre de teatro y asentista (empresario)
del Coliseo fue despreciado por su profesión y en 1727 se abrió en su
contra un juicio al ser denunciado por hacerse llamar Señor Don Eusebio Vela, tratamientos que en su calidad de cómico no podía ostentar.
En 1753 fue inaugurado el Coliseo Nuevo, que estrenaba nueva ubicación con la comedia Mejor está que estaba y la presencia del virrey y de la corte, en el siglo XIX fue llamado Teatro Principal, nombre con el que funcionó hasta 1931.
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